miércoles, 30 de noviembre de 2016

Pobreza energética

Se define la pobreza energética como la situación que viven algunos hogares en países desarrollados cuyo bienestar está condicionado por un consumo bajo de energía debido a diversas razones, económicas, medioambientales, del hogar y sociopolíticas.

Se considera como recomendable mantener en los hogares una temperatura entre 18º-20º en invierno y 25º en verano.

Es un concepto relativamente nuevo del que se habla mucho a raíz del actual escenario socioeconómico a nivel mundial, incluso se ha establecido el “día de la pobreza energética” a fin de informar y sensibilizar. Surgió en 1991 con la publicación del libro Fuel Poverty de Brenda Boardman de Oxford, siendo Gran Bretaña el epicentro de investigación en este tema. Este fenómeno de aparición reciente relaciona la renta disponible y la necesidad de consumo energético de las unidades familiares con rentas medias-bajas en países desarrollados. Se habla de individuos en situación de pobreza energética o en condición de vulnerabilidad.

Según un análisis de tendencias sobre pobreza energética, realizado por la Asociación de Ciencias Ambientales en 2014, aporta datos de que en España en 2012 había un 17% de hogares afectados por este problema, unos 7 millones de personas.

Según Ban ki moon, (ONU) un cuarto de la población mundial no tiene acceso a la electricidad, 95% de los cuales se concentran en África y Asia meridional.

Se estima que la pobreza energética mata más que la malaria, según un estudio de la Universidad British Columbia de Canadá. La ausencia de energía limpia para cocinar en muchos hogares del mundo causa enfermedades respiratorias graves (2 millones de muertes al año).

La tasa de mortalidad adicional en invierno (TMAI) no se considera un indicador de pobreza energética, pero su cálculo permite dimensionar parte de los efectos de ésta sobre la salud y también los beneficios potenciales en términos de salud pública si se eliminara la pobreza energética. Las Organización Mundial de la Salud ofrece datos que sitúan a España como el cuarto país de la Unión Europea con más mortalidad adicional en invierno. Por cada grado de descenso de la temperatura, aumenta un 2,2% la mortalidad, es decir, un 22% de muertes evitables si hubiese habido acceso a la calefacción.

La TMAI relativa en España de 1996-2012 es del 20,5%, lo que equivale a 24000 muertes/año directamente relacionadas con el frío, una de las más altas de los países occidentales. Y es responsable de 2300 muertes prematuras, más que las ocasionadas por los accidentes de tráfico (1480 en 2011).

España carece de políticas específicas para la eliminación de la pobreza energética. Sólo  Francia, Eslovaquia, Reino Unido e Irlanda disponen de definición  y la consideración de pobreza energética en sus legislaciones, por lo que se dificulta su cuantificación en Europa. De los 28 países de la Unión Europea, sólo 17 regulan el concepto de cliente vulnerable. El 60% de estos países tienen alguna normativa que impide cortar el suministro eléctrico a hogares en situación de vulnerabilidad.

Parece que están claras las causas, más difícil es saber las consecuencias exactas, según Mas Consultingtrends y más todavía los acuerdos sociopolíticos que aporten las soluciones. Aunque dada la trascendencia  de este fenómeno sobre la salud de la población, se impone la necesidad de exigir regulación legislativa y desarrollo de políticas dirigidas a paliarlo.

G. Rabanaque
A. Borell


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