Se define la pobreza energética como
la situación que viven algunos hogares en países desarrollados cuyo bienestar
está condicionado por un consumo bajo de energía debido a diversas razones,
económicas, medioambientales, del hogar y sociopolíticas.
Se considera
como recomendable mantener en los hogares una temperatura entre 18º-20º en
invierno y 25º en verano.
Es un concepto
relativamente nuevo del que se habla mucho a raíz del actual escenario
socioeconómico a nivel mundial, incluso se ha establecido el “día de la pobreza
energética” a fin de informar y sensibilizar. Surgió en 1991 con la publicación
del libro Fuel Poverty de Brenda Boardman de Oxford, siendo Gran Bretaña el
epicentro de investigación en este tema. Este fenómeno de aparición reciente
relaciona la renta disponible y la necesidad de consumo energético de las
unidades familiares con rentas medias-bajas en países desarrollados. Se habla
de individuos en situación de pobreza energética o en condición de
vulnerabilidad.
Según un
análisis de tendencias sobre pobreza energética, realizado por la Asociación de
Ciencias Ambientales en 2014, aporta datos de que en España en 2012 había un
17% de hogares afectados por este problema, unos 7 millones de personas.
Según Ban ki
moon, (ONU) un cuarto de la población mundial no tiene acceso a la
electricidad, 95% de los cuales se concentran en África y Asia meridional.
Se estima que
la pobreza energética mata más que la malaria, según un estudio de la
Universidad British Columbia de Canadá. La ausencia de energía limpia para
cocinar en muchos hogares del mundo causa enfermedades respiratorias graves (2
millones de muertes al año).
La tasa de
mortalidad adicional en invierno (TMAI) no se considera un indicador de pobreza
energética, pero su cálculo permite dimensionar parte de los efectos de ésta
sobre la salud y también los beneficios potenciales en términos de salud
pública si se eliminara la pobreza energética. Las Organización Mundial de la
Salud ofrece datos que sitúan a España como el cuarto país de la Unión Europea
con más mortalidad adicional en invierno. Por cada grado de descenso de la
temperatura, aumenta un 2,2% la mortalidad, es decir, un 22% de muertes
evitables si hubiese habido acceso a la calefacción.
La TMAI
relativa en España de 1996-2012 es del 20,5%, lo que equivale a 24000
muertes/año directamente relacionadas con el frío, una de las más altas de los
países occidentales. Y es responsable de 2300 muertes prematuras, más que las
ocasionadas por los accidentes de tráfico (1480 en 2011).
España carece
de políticas específicas para la eliminación de la pobreza energética. Sólo Francia, Eslovaquia, Reino Unido e Irlanda
disponen de definición y la
consideración de pobreza energética en sus legislaciones, por lo que se
dificulta su cuantificación en Europa. De los 28 países de la Unión Europea,
sólo 17 regulan el concepto de cliente vulnerable. El 60% de estos países
tienen alguna normativa que impide cortar el suministro eléctrico a hogares en
situación de vulnerabilidad.
Parece que
están claras las causas, más difícil es saber las consecuencias exactas, según Mas
Consultingtrends y más todavía los acuerdos sociopolíticos que aporten las
soluciones. Aunque dada la
trascendencia de este fenómeno sobre la
salud de la población, se impone la necesidad de exigir regulación legislativa
y desarrollo de políticas dirigidas a paliarlo.
G. Rabanaque
A. Borell
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