jueves, 24 de noviembre de 2016

Crisis de refugiados ¿Hacia dónde vamos?

Desde el verano 2015, nos encontramos con lo que ya se considera por los expertos «la mayor catástrofe humanitaria desde la 2ª Guerra Mundial». Como consecuencia de ello, se ha de iniciar una nueva época en materia de gestión de los flujos migratorios.

De hecho, ya desde los años noventa, estamos asistiendo a importantes cambios en dichos flujos. Hemos podido observar cambios en cuanto a la  composición sociológica de la población migrante (aumentan los migrantes de las capas medias) y, sobre todo, estamos asistiendo al hecho de que la diferencia entre los inmigrantes económicos* y los peticionarios de asilo es cada vez menor. Las leyes europeas ‒en particular el sistema Schengen‒ han tendido a poner en marcha una gestión «exterior» de la inmigración, es decir, a filtrar a los demandantes de trabajo que provienen del exterior del territorio europeo (el denominado «espacio Schengen»), llegando así a reducir el número de  verdaderos refugiados aceptados, aquellos que huyen de la muerte por causa de sus opiniones o de las guerras civiles que asolan múltiples territorios.


Las oscilaciones demográficas a nivel global sufren substanciales variaciones y las repercusiones tanto a nivel del «primer mundo» ‒con lo que ha representado en el desarrollo del concepto «cuarto mundo»‒ y también en el «tercer mundo» son cada vez más patentes.

Frente a esta situación, algunos analistas políticos como Sami Naïr nos pueden ayudar a entender mejor una realidad tan compleja.

Sami Naïr (Tlemcen, Argelia, 23 de agosto de 1946) es un politólogo, filósofo, sociólogo y Catedrático francés especialista en movimientos migratorios. Es una de las voces destacadas del progresismo en Europa, asesor del gobierno de Lionel  Jospin de 1997 a 1999 y europarlamentario hasta 2004. Es Catedrático en Ciencias Políticas y Director del CentroMediterráneo Andalusí (CMA).

Destaca su libro, recientemente publicado, «Refugiados: Frente a la catástrofe humanitaria, una solución real» (1). Se trata de un ensayo a la vez didáctico, riguroso y llamado a despertar conciencias, que parecen más dormidas en los gobernantes que en la población.

Me ha parecido interesante hacer una reseña de este texto en el blog porque considero que a cualquier persona a quien le interesen temas que atañen a tercer y cuarto mundo le puede servir como una herramienta preciada a la hora de profundizar conocimientos de una forma rigurosa y documentada.

“Refugiados: Frente a la catástrofe humanitaria, una solución real” se estructura en cuatro partes:

-        En la primera parte (“El gran éxodo”), Naïr analiza los distintos movimientos de éxodo poblacional y el devenir de éstos.

Existen múltiples razones para migrar. En definitiva, se trata de intentar cambiar de vida por razones sociales, políticas, económicas, culturales e incluso identitarias. La importancia de estos movimientos radica en que asistimos al decrecimiento demográfico del continente europeo frente a la realidad del sur del Mediterráneo, Asia y África que se enfrentan a un crecimiento demográfico que lleva aparejado un marcado estancamiento económico. De acuerdo con todas las previsiones, el continente africano será el responsable de la mayor parte del crecimiento demográfico global, llegando a representar para 2050 el 25% de la población mundial.

A la demanda migratoria vivida durante los últimos años se ha sumado, desde 2011 (con un importantísimo repunte en 2015), la crisis de refugiados. El autor explica los motivos que llevan a migrar a los habitantes de países como Siria, Afganistán, Irak, Eritrea, Pakistán y los países del África Subsahariana. Fundamentalmente huyen de conflictos como guerras civiles, dictaduras y estallidos de violencia que desembocan, inevitablemente, en problemas sociales, económicos, culturales e identitarios. Esto refuerza la idea de que cada vez hay menos diferencia entre inmigrantes económicos y peticionarios de asilo (los clásicamente denominados refugiados).

Pero... ¿dónde van? Van a Europa por Italia y Grecia y desde allí a otros países por distintos factores determinantes, como son la lengua, los vínculos históricos, la presencia de comunidades de la misma etnia instaladas o por las políticas de asilo de cada lugar. Sin embargo, la Unión Europea (UE) carece de visión estratégica en este entorno geoeconómico y geopolítico, y deja al mercado gestionar “automáticamente” la situación sin asumir su responsabilidad política y moral para con los refugiados. Esto dificulta a menudo la integración social y beneficia directamente a los movimientos xenófobos, con el consiguiente aumento del racismo y el peligro del estallido de guerras identitarias internas que pueden conllevar al retorno de los fascismos en Europa.

-        En la segunda parte (“Europa insolidaria”) el autor nos explica la evolución de la actitud de la Europa que aprobó la Convención de Ginebra de 1951 (2) a la de la Europa actual.

Tras la caída del muro de Berlín se construyó un muro más alto y más desconocido: el de los acuerdos de Schengen (1990). Mediante estos acuerdos:

    Se reserva el mercado de trabajo europeo sólo a los inmigrantes comunitarios.
    Se establecen fronteras europeas bajo el control de los países fronterizos.
    Se divide a los inmigrantes no comunitarios en cualificados y no cualificados, con la exclusión social que esto representa.
    Se les limita la entrada y se llega a encerrar en campos a los que vienen para expulsarlos o aceptarlos según la necesidad de los países miembros.

El sistema dio lugar a sus propios contra-efectos como la reagrupación familiar de los inmigrantes legalizados y la aparición de mafias de trata de seres humanos que favorecía la llegada de inmigrantes ilegales.

Más adelante surgirá el concepto de codesarrollo o cooperación horizontal por el que si la inmigración ilegal resulta de una demanda insatisfecha de empleo en el país de origen por ser un país no desarrollado, entonces hay que vincular migración con desarrollo y poner en marcha unas políticas de «ayuda» al desarrollo en dichos países. Pero primero, esos países deben aceptar las devoluciones de ilegales como muestra de su implicación y recibir financiación para gestionar los campos y la vigilancia externa. A partir de ese momento, se alienta el desarrollo de una cooperación policial con las consecuencias nefastas que se pueden esperar para los más desfavorecidos, eliminándose cualquier idea solidaria al respecto.

Durante el verano de 2015 estalla la crisis de los refugiados. Se trata del estallido del sistema migratorio europeo. Europa se ve desbordada.

En septiembre de 2015, la reforma de la legislación alemana ‒que cierra temporalmente sus fronteras a todos los refugiados a excepción de los sirios‒ genera muchas tensiones en una sociedad que, por otro lado, convive con una creciente xenofobia. Unos días después, Alemania firma un pacto con Turquía sin previo acuerdo con el resto de países europeos. Desde entonces comienzan las deportaciones desde Grecia, y los centros de acogida turcos se convierten en centros de detención. Es el inicio de la penalización de los refugiados. Ante la tragedia de sirios, afganos o iraquíes, algunos países dejaron clara su negativa a acogerlos. El autor analiza pormenorizadamente las políticas de migración de Grecia, Italia, Austria y España. Constata el fin del mito nórdico, haciendo que se tambalee la legendaria solidaridad de los países del norte con los pobres y perseguidos de la tierra.

-        En la tercera parte (“La gran indignidad”) se analiza el Pacto Alemania-Turquía y sus consecuencias (entre otras, las condiciones en los campos de refugiados) y se destacan los problemas debidos a la aparición de mafias que trafican con personas y los específicos de las mujeres (incremento de la violencia de género, violaciones, embarazos no deseados, matrimonios forzosos…) y de los niños (huérfanos muchos, y pertenecientes a una generación perdida).

-        En la cuarta parte (“El gran camino”), Naïr nos propone soluciones al problema.

Señala la necesidad de activar específicamente los visados humanitarios y agilizar la exigencia del visado de tránsito para aquellas personas que proceden de países en conflicto. Se trata de optar por un reparto equitativo y solidario del número de refugiados a partir de un sistema europeo común de asilo (cuotas obligatorias) y con la colaboración de ACNUR (Agencia de la ONU para los refugiados). Debería brindarse ayuda a los países fronterizos, crearse corredores humanitarios protegidos por fuerzas europeas y de la ONU y ofrecerse ayuda militar para erradicar el problema de las mafias. Es vital, en el caso de los refugiados, eliminar trámites y proteger por encima de todo los derechos humanos.

En relación a los emigrantes estrictamente económicos, deberían flexibilizarse las entradas, y no sólo para los cualificados ya que, en realidad son las capas populares quienes necesitan de la emigración para poder enviar remesas a su país de origen. Es importante aumentar significativamente el número de entrada de trabajadores, con permisos de residencia temporal y renovable, en aquellos sectores en que sean necesarios. Esos permisos pueden dar lugar, al término de un período determinado y en condiciones específicas, a un permiso de residencia permanente.

También es imprescindible incentivar una política europea común de codesarrollo vinculada a los flujos migratorios. Ésta debe estar articulada con las políticas nacionales de cooperación, del mismo modo que se debe aumentar el presupuesto europeo consagrado a la ayuda al desarrollo para financiar proyectos empresariales (comerciales e industriales), medioambientales y agrícolas en los países de origen.

En el desarrollo de su libro, Naïr insiste en varias ocasiones en que, ante el estallido del sistema migratorio europeo, se ha podido contrastar la falta de respuesta de los gobiernos ‒que se escudan en las leyes europeas‒, frente a una sociedad civil que se moviliza para socorrer a los refugiados, mostrando día a día una solidaridad difícil de desactivar, pero que se enfrenta a otra pequeña parte de la sociedad en la que imperan las doctrinas xenófobas.

Al final de cada una de las tres partes que describen el problema, se incluyen testimonios reales en forma de relatos de testigos directos de esta tragedia humana.

Finalmente aporta un glosario y unos anexos con gráficos y mapas que ilustran el contenido expuesto en el libro y que resultan muy útiles para completar el aprendizaje y la reflexión que suscita el texto.

*Inmigrante económico: aquellos migrantes que buscan mejorar sus malas condiciones de vida derivadas de problemas económicos, en un país diferente al de origen, huyendo así de la miseria.


NOTAS

1- Refugiados. Frente a la catástrofe humanitaria, una solución real. Sami Naïr Editorial Planeta, 2016. ISBN: 978-84-16771-13-4

2- La Convención relacionada con el estatus de refugiados de las Naciones Unidas es una convención internacional que define quién es un refugiado, y decide las reglas de los individuos a los que se les garantiza el asilo y las responsabilidades de las naciones que garantizan el asilo. Decide también qué personas no se consideran como refugiadas, tales como criminales de guerra.  Asegura (prevé) algunos viajes sin visado para los que portan documentos de viaje, conforme a la convención. Fue aprobada durante una conferencia especial de las Naciones Unidas el 28 de julio de 1951. Esta fue inicialmente limitada para proteger a refugiados europeos después de la Segunda Guerra Mundial, pero el Protocolo sobre el Estatuto de  Refugiados de 1967 modificó las restricciones geográficas y tiempo, expandiendo el alcance de la convención. Como la convención fue aprobada en Ginebra, a veces se refieren a esta convención como la "convención de Ginebra", aunque esta no es una de las convenciones de Ginebra que tratan expresamente con el comportamiento aceptable en tiempos de guerra. Dinamarca fue el primer estado en ratificar el tratado y ahora hay 147 signatarios para los dos, la convención y el protocolo.


Ariadna Cucó Alberola

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