martes, 19 de julio de 2016

Aporofobia

Entre el glosario de términos que se va desarrollando para definir situaciones sociosanitarias, aparece “la aporofobia”, neologismo que se necesita para designar una nueva realidad. Es importante poner nombre a un acontecimiento que irrumpe con fuerza en la vida social. Es el odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, personas sin recursos y desamparadas. Etimológicamente procede de poros, pobre y fóbeo, espantarse. Es decir, rechazo a los pobres.

Dar nombre a las cosas contribuye a que existan a los ojos de los seres humanos, que se pueda hablar de ello y combatir. Aporofobia da nombre a un fenómeno tan extendido en la sociedad como invisibilizado, popularizado por la filósofa y Catedrática de Ética y Filosofia Adela Cortina. Este fenómeno es difícil de dimensionar, puesto que no se contabilizan las agresiones de los “sin techo”, por lo que la frecuencia de aporofobia no se puede establecer.

Sí se sabe que un 51% de personas sin hogar han sido agredidos según datos del INE. Asegura Luis Perea, Director de de RAIS Fundación que en 2012 la población sin techo en España rondaba los 40.000 y un millón y medio de familias en infravivienda. En Valencia ciudad se estima un censo de alrededor de 400 personas sin techo. Tienen en marcha iniciativas para contribuir a que todas las personas tengan un techo y evitar, denunciar y visibilizar las agresiones.

Luis Perea afirma que la pobreza molesta porque pone de manifiesto el fracaso de la sociedad. No son consumidores y molestan a los políticos y empresarios. Si no hay capacidad de consumo parece que se pierden los derechos como ciudadanos. Molesta la inmigración, pero no la inmigración acomodada . Se idolatra a deportistas migrados de todas las razas, nacionalidad y procedencia que hayan triunfado socialmente. En este caso el concepto de migrante pasa a ser de multiculturalidad.

JohnOwen, nacido en Sheffiell es escritor, comentarista de prensa y activista británico. Escribe para The Guardian, The Independent y New Statesman. Ha trabajado en el Parlamento Británico con grupos de presión sindicales, investigando en asuntos polémicos como las libertades civiles, derechos de los trabajadores. Su libro Chavs que ha tenido un gran impacto y también ha despertado polémica, trata sobre la demonización de la clase obrera, argumentando cómo la clase trabajadora se ha convertido en objeto de miedo y escarnio. Los medios de comunicación y los políticos desechan por irresponsable, ignorantes y delincuentes a un vasto y desfavorecido sector de la sociedad cuyos miembros se han estereotipado y cargado de odio. Llevó a cabo un estudio que objetivaba cómo la clase obrera ha pasado de ser la sal de la tierra a la escoria de la tierra. Concluye que el estereotipo Chavs se utiliza por los gobiernos como pantalla para evitar comprometerse con problemas sociales y económicos y justificar el aumento de desigualdad. Basado en una investigación exhaustiva y original hace una crítica irrefutable a los medios de comunicación y clase dirigente, retrato de la desigualdad. La demonización de la clase obrera es en todo el mundo perpetuando las desigualdades. Es clave la idea de que todos somos clase media y no hay clase obrera. Eso pulveriza el debate sobre la desigualdad social. Si no hay clase obrera no hay debate. Cualquier intento de grabar impuestos a los mas ricos los medios de comunicación lo cocinan para mostrar que no es posible y es injusto. Lo mismo ocurre con la inmigración. La prensa trata de visibilizar los casos de migrantes que consiguen ayudas sociales para dilapidarlas o malgastarla para fomentar discursos racistas y manipular la opinión pública. Apunta como dato que un 0,7% del gasto social está mal empleado, pero la percepción de la gente es que supone un 27%. Los medios ideologizados no cuentan la realidad como es.
Si no hay clases sociales no hay nada que debatir. Los que quedan fuera son vagos y maleantes que no quieren trabajar. Cuando concurren los ingredientes de pobreza, desigualdad y culpabilización de los trabajadores lleva a la guetización de la clase obrera. Toda la clase pobre está concentrada y el resto de población solo sabe de ellos por los que cuentan los medios. Esa invisibilidad impide la salida del gueto y la solución del problema.
Es muy ejemplificadora la experiencia que cuenta el actor Richard Gere cuando para prepararse para representar en una película el papel de un sin techo, se hace pasar por un indigente. Se instaló en las calles y las entradas del metro de Nueva York y relata su experiencia asombrado y desconcertado por su invisibilidad y en otros casos desprecio y rechazo cuando caminaban a su lado. Tan solo una persona le ofreció comida. Publicó la imagen de su experimento en su Facebook con un mensaje que ha conmovido, al compartir la reflexión de cuántas veces nos olvidamos de lo afortunados que somos y aconsejando que si está a nuestro alcance ayudar deberíamos hacerlo. Su vivencia le ha cambiado su perspectiva.
Incidiendo en el tema, Adam Smith, padre de la economía clásica dice que el abandono y hostigamiento de los humildes se puede considerar como “ corrupción de los sentimientos morales de la sociedad”, al igual que señaló el historiador Tony Judt en su testamento intelectual de “algo va mal” e incluso ser potencialmente destructivo para el capitalismo. Alertan del riesgo de volvernos insensibles a los costes humanos de las políticas sociales en apariencia racionales, considerando el aumento de la desigualdad y la pobreza como una consecuencia inevitable de las fuerzas del mercado.
Adam Smith en su “Teoría de los sentimientos morales” habla del riesgo de la disposición de admirar e idolatrar a los ricos y poderosos y a despreciar e ignorar a las personas pobres y humildes y lo identifica como la base de la corrupción de estos sentimientos morales que sólo se podría revertir mejorando la cohesión social y la igualdad de oportunidades.
Vayan estas reflexiones para contribuir con los sentimientos morales que guían la filosofía de la salud y los objetivos de este blog para sensibilizar sobre la importancia de combatir la pobreza y la violencia social como importantes determinantes de salud.
Lecturas recomendadas :
La soledad del corredor de fondo” de Alan Sillitoe, que describe el aislamiento de la clase obrera y que sigue hoy tan vigente como en las situaciones de exclusión sociosanitaria que ya aparecen en la segunda mitad del siglo XX y que hoy en día se han acrecentado.
¿Para qué sirve realmente la ética?”, de Adela Cortina, donde en un recorrido evolutivo nos expone diversos ejemplos de la falta de ética en nuestras conductas, lo cual depara responsabilidades políticas y sociales. Y la responsabilidad que está en nuestras manos, para evitar el sufrimiento, en aquello que sí dependa de nosotros, considerando que es mejor cooperar que buscar el beneficio individual , a costa de caiga quien caiga.

G. Rabanaque

Adoración Borrell