Entre
el glosario de términos que se va desarrollando para definir
situaciones sociosanitarias, aparece “la aporofobia”, neologismo
que se necesita para designar una nueva realidad. Es importante poner
nombre a un acontecimiento que irrumpe con fuerza en la vida
social. Es el odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, personas
sin recursos y desamparadas. Etimológicamente procede de poros,
pobre y fóbeo, espantarse. Es decir, rechazo a los pobres.
Dar
nombre a las cosas contribuye a que existan a los ojos de los seres
humanos, que se pueda hablar de ello y combatir. Aporofobia da nombre
a un fenómeno tan extendido en la sociedad como invisibilizado,
popularizado por la filósofa y Catedrática de Ética y Filosofia
Adela
Cortina.
Este fenómeno es difícil de dimensionar, puesto que no se
contabilizan las agresiones de los “sin techo”, por lo que la
frecuencia de aporofobia no se puede establecer.
Sí
se sabe que un 51% de personas sin hogar han sido agredidos según
datos del INE. Asegura Luis
Perea, Director de de RAIS
Fundación que en 2012 la población sin techo en España rondaba
los 40.000 y un millón y medio de familias en infravivienda. En
Valencia ciudad se estima un censo de alrededor de 400 personas sin
techo. Tienen en marcha iniciativas
para contribuir a que todas las personas tengan un techo y evitar,
denunciar y visibilizar las agresiones.
Luis
Perea afirma que la pobreza molesta porque pone de manifiesto el
fracaso de la sociedad. No son consumidores y molestan a los
políticos y empresarios. Si no hay capacidad de consumo parece que
se pierden los derechos como ciudadanos. Molesta la inmigración,
pero no la inmigración acomodada . Se idolatra a deportistas
migrados de todas las razas, nacionalidad y procedencia que hayan
triunfado socialmente. En este caso el concepto de migrante pasa a
ser de multiculturalidad.
JohnOwen,
nacido en Sheffiell es escritor, comentarista de prensa y activista
británico. Escribe para The Guardian, The Independent y New
Statesman. Ha trabajado en el Parlamento Británico con grupos de
presión sindicales, investigando en asuntos polémicos como las
libertades civiles, derechos de los trabajadores. Su libro Chavs que
ha tenido un gran impacto y también ha despertado polémica, trata
sobre la demonización de la clase obrera, argumentando cómo la
clase trabajadora se ha convertido en objeto de miedo y escarnio. Los
medios de comunicación y los políticos desechan por irresponsable,
ignorantes y delincuentes a un vasto y desfavorecido sector de la
sociedad cuyos miembros se han estereotipado y cargado de odio. Llevó
a cabo un estudio que objetivaba cómo la clase obrera ha pasado de
ser la sal de la tierra a la escoria de la tierra. Concluye que el
estereotipo Chavs se utiliza por los gobiernos como pantalla para
evitar comprometerse con problemas sociales y económicos y
justificar el aumento de desigualdad. Basado en una investigación
exhaustiva y original hace una crítica irrefutable a los medios de
comunicación y clase dirigente, retrato de la desigualdad. La
demonización de la clase obrera es en todo el mundo perpetuando las
desigualdades. Es clave la idea de que todos somos clase media y no
hay clase obrera. Eso pulveriza el debate sobre la desigualdad
social. Si no hay clase obrera no hay debate. Cualquier intento de
grabar impuestos a los mas ricos los medios de comunicación lo
cocinan para mostrar que no es posible y es injusto. Lo mismo ocurre
con la inmigración. La prensa trata de visibilizar los casos de
migrantes que consiguen ayudas sociales para dilapidarlas o
malgastarla para fomentar discursos racistas y manipular la opinión
pública. Apunta como dato que un 0,7% del gasto social está mal
empleado, pero la percepción de la gente es que supone un 27%. Los
medios ideologizados no cuentan la realidad como es.
Si
no hay clases sociales no hay nada que debatir. Los que quedan fuera
son vagos y maleantes que no quieren trabajar. Cuando concurren los
ingredientes de pobreza, desigualdad y culpabilización de los
trabajadores lleva a la guetización de la clase obrera. Toda la
clase pobre está concentrada y el resto de población solo sabe de
ellos por los que cuentan los medios. Esa invisibilidad impide la
salida del gueto y la solución del problema.
Es
muy ejemplificadora la experiencia que cuenta el actor Richard
Gere cuando
para prepararse para representar en una película el papel de un sin
techo, se hace pasar por un indigente. Se instaló en las calles y
las entradas del metro de Nueva York y relata su experiencia
asombrado y desconcertado por su invisibilidad y en otros casos
desprecio y rechazo cuando caminaban a su lado. Tan solo una persona
le ofreció comida. Publicó la imagen de su experimento en su
Facebook con un mensaje que ha conmovido, al compartir la reflexión
de cuántas veces nos olvidamos de lo afortunados que somos y
aconsejando que si está a nuestro alcance ayudar deberíamos
hacerlo. Su vivencia le ha cambiado su perspectiva.
Incidiendo
en el tema, Adam
Smith, padre de la economía clásica
dice que el abandono y hostigamiento de los humildes se puede
considerar como “ corrupción de los sentimientos morales de la
sociedad”, al igual que señaló el historiador Tony Judt en su
testamento intelectual de “algo va mal” e incluso ser
potencialmente destructivo para el capitalismo. Alertan del riesgo
de volvernos insensibles a los costes humanos de las políticas
sociales en apariencia racionales, considerando el aumento de la
desigualdad y la pobreza como una consecuencia inevitable de las
fuerzas del mercado.
Adam
Smith en su “Teoría de los sentimientos morales” habla del
riesgo de la disposición de admirar e idolatrar a los ricos y
poderosos y a despreciar e ignorar a las personas pobres y humildes y
lo identifica como la base de la corrupción de estos sentimientos
morales que sólo se podría revertir mejorando la cohesión social y
la igualdad de oportunidades.
Vayan
estas reflexiones para contribuir con los sentimientos morales que
guían la filosofía de la salud y los objetivos de este blog para
sensibilizar sobre la importancia de combatir la pobreza y la
violencia social como importantes determinantes de salud.
Lecturas
recomendadas :
“La
soledad del corredor de fondo” de Alan Sillitoe, que describe el
aislamiento de la clase obrera y que sigue hoy tan vigente como en
las situaciones de exclusión sociosanitaria que ya aparecen en la
segunda mitad del siglo XX y que hoy en día se han acrecentado.
“¿Para
qué sirve realmente la ética?”, de Adela Cortina, donde en un
recorrido evolutivo nos expone diversos ejemplos de la falta de ética
en nuestras conductas, lo cual depara responsabilidades políticas y
sociales. Y la responsabilidad que está en nuestras manos, para
evitar el sufrimiento, en aquello que sí dependa de nosotros,
considerando que es mejor cooperar que buscar el beneficio individual
, a costa de caiga quien caiga.
G.
Rabanaque
Adoración
Borrell
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